La doctrina clásica de Política Económica siempre se ha apoyado en dos pilares básicos para la estimulación o contracción de la economía:
- La Política Fiscal controlada tradicionalmente por el poder ejecutivo de los distintos países.
- La Política Monetaria cuyo control histórico correspondía a los distintos Bancos Centrales y que, hoy, se rige y despliega en la UE desde el Banco Central Europeo de una manera centralizada.
La acción coordinada de ambas ha sido, desde el final de las guerras mundiales, la base principal sobre la que se ha cimentado la teoría de la Política Económica en las economías capitalistas y de libre mercado. Nos extenderíamos mucho si detallásemos los distintos instrumentos de una política u otra, pues hay muchas variantes estratégicas, muchos impuestos, directos e indirectos, etc. No obstante, de una manera sencilla se podría decir de cada una de ellas lo siguiente:
- La Política Fiscal gestiona los recursos del Estado y su Administración y su objetivo es controlar los niveles de ingresos y gastos a través de los impuestos y el gasto público.
- La Política Monetaria aglutina todas las acciones que disponen los bancos centrales para alcanzar unos objetivos macroeconómicos concretos. Estas acciones por lo general utilizan la cantidad de dinero en manos del público, como variable clave para regular la economía.
La manera tradicional de los bancos centrales para regular esa cantidad de dinero ha sido siempre a través de la fijación de los tipos de interés y es relativamente sencillo concluir que las políticas monetarias expansivas bajan los tipos de interés para facilitar el acceso al dinero y las restrictivas hacen exactamente lo opuesto.
Desde el inicio del siglo XXI, y por diversos factores geopolíticos y económicos, las economías desarrolladas se han tenido que enfrentar ya a varias situaciones de fuertes bajadas de tipos de interés para estimular la economía. El problema surge cuando nos aproximamos o llegamos a un tipo de interés del 0%, o cercano.
Japón pasó por esa situación en la década de los 2000s y Estados Unidos, Reino Unido y la Zona Euro se vieron avocados a ello tras la enorme crisis financiera de 2007. Los bancos centrales de estas tres zonas económicas se encontraron de la "noche a la mañana" con una Política Monetaria cuasi agotada, con los niveles de tipos de interés de referencia cercanos a cero o en cero, y procedía introducir nuevos mecanismos y estrategias. El único referente por aquel entonces era Japón, cuyo ciclo económico estaba ya desde hace años en niveles de 0%, o cercanos a este.
Fue entonces cuando los Bancos Centrales occidentales introdujeron una herramienta nueva llamada ‘Quantitative Easing’ o Flexibilización Cuantitativa. Esta busca aumentar la oferta de dinero, o bien aumentando las reservas del sistema bancario de forma natural, o bien mediante compras masivas de bonos tanto soberanos como corporativos. Esta herramienta, digamos que, ‘de último recurso’, se aplica y se usa cuando los métodos tradicionales para el control de la oferta de dinero no han funcionado. Con ello se persiguen dos objetivos principalmente:
- Por un lado, bajar significativamente la rentabilidad de los bonos.
- Por otro lado, la creación de liquidez en bancos y empresas y así facilitar el crédito a consumidores y empresas.
Los riesgos de este instrumento son sin embargo bastante obvios. Un posible repunte de la inflación en el caso de que se inyecte más cantidad de dinero del necesario, y un acceso al crédito ineficiente si el sistema financiero no presta esa liquidez extra, que les brindan los bancos centrales.
En 2022 estamos viviendo varios episodios de lo descrito anteriormente y que claramente van a dictar los siguientes pasos a seguir por parte de los bancos centrales a ambos lados del Océano.
Por un lado, la Flexibilización Cuantitativa iniciada en 2007 ha permanecido hasta nuestros días, pues la pandemia global no solo apartó cualquier posibilidad de reducirla, sino que trajo más programas de compra de activos como el PEPP (Pandemic Emergency Purchase Programme) en la UE y el anuncio de más compras de activos, por un mínimo de $500.000 millones por parte de la Reserva Federal de EE. UU.
La permanencia de estos programas masivos de compra de activos, junto con las tensiones de los conflictos bélicos, están generando unos niveles de inflación no vistos en décadas. Estos niveles de inflación requieren ya, ineludiblemente, el que los bancos centrales reduzcan sus balances, es decir, que cesen su compra de activos, al mismo tiempo que requieren de unas ciertas subidas de tipos de interés para "normalizar" la economía y sacarla del estado de sobrecalentamiento en el que se encuentra inmersa en estos momentos.
El primero en mover ficha ha sido el Banco de Inglaterra, que empezó a subir tipos de interés en Diciembre de 2021 y, tras 5 subidas consecutivas, ha modificado su tipo de referencia de un 0.10% en 2020 al actual 1.25%. Ha seguido en tiempos la Reserva Federal de Estados Unidos, que ha subido tipos en 3 ocasiones en lo que va de 2022. Han sido 25 puntos básicos en marzo, 50 en mayo y 75 puntos básicos en junio para dejarlos en el actual 1.50% - 1.75%.
Por su parte, el Banco Central Europeo sigue en estos momentos con una tasa de referencia situada al 0% y, obviamente, todos los ojos están puestos en su próxima reunión del mes de julio, donde se espera que suban un mínimo de 25 puntos básicos para intentar enfriar un poco el ambiente inflacionista que impera en la Zona Euro.
No olvidemos que el mandato principal del Banco Central Europeo es lograr la estabilidad en precios, y se hace imperativo que tomen medidas. Como medida adicional, el organismo ya ha anunciado el cese del programa APP (Asset Purchase Programme) de compras netas de activos a partir del mes de julio.
Con esto y una posible subida de tipos de interés se busca restringir un poco el acceso a la liquidez, para así poder controlar la evolución de precios.
Tenemos pues ante nosotros meses apasionantes de Bancos Centrales en plena implementación de políticas restrictivas o Hawkish, y también podremos empezar a ver el fin de las Flexibilizaciones Cuantitativas, que han dictado en gran medida la Política Económica de la última década con tipos de interés al cero.
¡Habrá que estar atentos!
Jorge Ceballos Fernández de Córdoba
MD, Head of Fixed Income Sales at Beka Finance