El 2024 será recordado como un año lleno de rentabilidad en los mercados de renta variable, sobre todo en USA, donde vemos ganancias del 50% desde inicios del 2023 para el S&P. Pero no ha sido lineal, ha estado lleno de giros inesperados y grandes protagonistas en el panorama económico global.
A principios de año se vieron subidas alentadoras en los mercados gracias al optimismo por la relajación de restricciones en China y la contención de la inflación en varias economías clave. Sin embargo, los meses siguientes trajeron desafíos. Abril marcó un punto de inflexión con un retroceso significativo, provocado por tensiones políticas y un resurgir de la inflación.
La inteligencia artificial continuó siendo un motor de crecimiento, eclipsando incluso hitos deportivos como la victoria de España en la Eurocopa. El verano estuvo marcado por datos económicos sólidos en EE. UU., aunque las tensiones financieras seguían presentes para los consumidores.
Septiembre fue un mes crucial con la Fed y el BCE anunciando recortes de tipos de interés, que devolvieron la confianza a los mercados. En el ámbito político, la victoria de Trump en noviembre confirmó el impacto de la política en los mercados financieros, liderados por sectores estratégicos como el tecnológico.
El año cerró con una caída moderada en las bolsas, señal de que las valoraciones alcanzadas durante el año dejaban poco margen de maniobra. Aun así, el optimismo de cara a 2025 se mantiene, a pesar de que desde la Casa consideramos que dicho optimismo se apoya en un exceso de consenso y no refleja los riesgos reales del entorno económico.
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