A nadie se le oculta que durante los últimos 12 años se han cerrado más del 50% de las sucursales bancarias existentes en España. ¿Cuál es el principal motivo para semejante ajuste?
La respuesta no es otra que la búsqueda de la eficiencia, pero eficiencia entendida en términos bancarios, es decir, que el porcentaje de gastos sobre el volumen de ingresos sea el más bajo posible.
En primer lugar, debemos poner en contexto la realidad y las perspectivas a las que se enfrenta el sector bancario. Por una parte, los bajos tipos de interés (que se prevé que se mantengan durante los próximos ejercicios) han provocado la reducción dramática de sus márgenes por intereses, que han intentado compensar con un incremento en las comisiones que hemos notado todos en nuestros bolsillos.
Y por otra, la creciente competencia de las fintechs y bigtechs; mucho más eficientes, que ofrecen mejores experiencias de cliente, cuentan con una mejor reputación entre los ciudadanos y han aprovechado el incremento en las comisiones de los bancos para disparar su número de clientes (Bizum, Rebellion, …).
Ante esta situación, el proceso de concentración bancaria (impulsado desde el Banco Central Europeo) resulta de singular importancia. Para una economía altamente bancarizada como la de la eurozona es imprescindible poder contar con grandes y solventes entidades de crédito que ofrezcan confianza en la financiación del crecimiento de la economía.
De acuerdo con el Banco de España, en la primera mitad del año 2020, el resultado neto consolidado del conjunto del sistema bancario español fue negativo por un importe de alrededor de 9.500 millones de euros, lo que se tradujo en una rentabilidad sobre activos (ROA) del -0,5% y una rentabilidad sobre patrimonio neto (ROE) del -7,3%.
Por ello, es imprescindible tener un sistema financiero en el que operen bancos rentables. Un banco rentable genera beneficios; y en la medida en que genere beneficios, los ahorros de los depositantes estarán más seguros, atraerán el interés de un mayor número de inversores y tendrán mayor capacidad de prestar.
Y para generar más beneficios, solo existen dos vías:
- La primera es incrementar los ingresos, algo que, como ya hemos comentado, es particularmente difícil en este contexto.
- Y la segunda es reducir los gastos, siendo en esta segunda opción en la que se encuadra la consolidación del sector.
El objetivo de la consolidación bancaria es obtener entidades más eficientes y ello se conseguirá, en gran medida, como consecuencia del cierre de oficinas. Este cierre conllevará una reducción de gastos de personal y de alquiler, dos de las principales partidas de gastos de nuestras entidades bancarias.
Sin lugar a duda, el BCE vería con buenos ojos un mayor número de fusiones transnacionales. No obstante, de momento, los gestores de las entidades españolas prefieren sentarse a negociar sus operaciones corporativas con compatriotas.
Pero no nos engañemos, la concentración no solucionará todos los problemas del sector. El impacto de la Covid-19 se puso de manifiesto en 2020 fundamentalmente con el deterioro de los fondos de comercio (medida sin impacto en sus ratios de solvencia) y se seguirá poniendo de manifiesto con el incremento de la morosidad en este ejercicio y los siguientes, a pesar de las medidas de garantías estatales prestadas durante este periodo.
Sin embargo, la principal consecuencia a medio y largo plazo de la consolidación del sector bancario para particulares y empresas es la reducción del crédito disponible en la nueva entidad. Por ello, urge diversificar las fuentes de financiación.
La sociedad lo ha entendido y eso se pone de manifiesto en que cada vez son más los particulares que operan con fintechs y bigtechs; y las empresas que se financian tanto en los mercados de capitales (bonos y pagarés) como con inversores especializados (fondos, aseguradoras, …).
Adicionalmente, también debemos apuntar que la llegada de las fintechs y los neobancos permitirá solucionar parcialmente la potencial exclusión financiera que provocarían los bancos tradicionales con el cierre de oficinas.
La banca digital y los neobancos han llegado para quedarse y ocupar una cuota de mercado relevante.
Según datos recientes del INE, aproximadamente dos tercios de los internautas declara haber realizado transacciones financieras por internet.
A modo de ejemplo, hay que señalar que Bizum pasó el año pasado de 10 millones a 12 millones de usuarios en dos meses y la fintech española Rebellion ha alcanzado en apenas tres años más de 200.000 usuarios.
Frente a la banca tradicional y el cada vez menor número de oficinas, la usabilidad y los servicios ofrecidos por los neobancos y fintechs han convencido a los usuarios, que somos cada vez más exigentes con nuestras experiencias digitales y los servicios que recibimos.
Publicado en Cincodías - El País y escrito por Vicente Rodríguez - Partner Senior y Director de Corporate Finance - Beka Finance