El 2022 será recordado como el año en el que la volatilidad fue la clara protagonista en los mercados financieros. A inicio de año, el comportamiento del mercado de bonos anticipaba un año de expansión, sin embargo, este pronóstico se desdibujó debido al acontecimiento bélico de Ucrania y Rusia, la inflación y las consecuencias derivadas de la crisis, como son el alza de los tipos de interés.
Bajo este contexto, el mercado de bonos español se comportó de manera muy similar a sus peers europeos durante el 2022. No obstante, en resumen, se podría decir que han salido por fin del entorno de tipos cercanos a cero para volver a cotizar a tipos positivos y algo más normalizados.
En enero del 2022 el bono español cotizaba a un mero 0.58% para situarse el 31 de diciembre en un 3.66%. Un viaje de +300 bps en rentabilidad, que ha sido la ‘marca de la casa’ de toda la deuda europea y casi mundial. Obviamente, el alza en las rentabilidades ha implicado bajadas significativas de precios que han limitado mucho el apetito inversor y en algunos casos han condicionado enormemente las valoraciones en carteras. Durante todo el 2022, se han visto inversores huidizos de duración y apostando por activos en los plazos cortos de la curva o en formato floating rate note.
Los hechos anteriormente mencionados (conflicto bélico, inflación elevada y tipos de interés) propiciaron una vuelta de tuerca que, asimismo, impactó en el mercado de bonos. En concreto, la guerra en Ucrania ha sido un evento de importancia estratégica en 2022, ya que en determinadas materias primas y alimentos ha contribuido mucho a alimentar más la ya de por si existente inflación, además de ahondar más en el problema de los cuellos de botella existentes. Los bancos centrales se han visto por tanto afectados por este conflicto, que han tenido que añadir contundencia a sus políticas, subidas de tipos de interés y otras. Muchos agentes del mercado estiman que la bonanza y el fin de la lucha contra la inflación no ocurrirá de verdad hasta que cese el conflicto en Ucrania.
Operaciones destacadas y tendencias pese al contexto
Ha habido transacciones muy significativas, tanto para entidades financieras en formato Senior como para algunas eléctricas y TMT. Vemos de gran relevancia los deals lanzados por Cellnex, Telefónica e Iberdrola.
Para Beka Finance, en un año con los mercados del MARF prácticamente semi-cerrados, ha habido mucho volumen emitido en el mercado de pagarés y una transacción muy interesante realizada para un operador de tarjetas de crédito en Portugal (UNICRE) en el mes de febrero, siendo la primera de este tipo, jamás hecha para una entidad financiera sin rating, a un tipo de colocación casi record de 1.75%.
En lo que respecta a tendencias en bonos, tanto durante el último año como para los próximos ejercicios, el 2022 ha sido un año extraño en los mercados de deuda, siendo un año dominado por los bancos centrales de todo el planeta y convirtiéndose en los grandes protagonistas del mercado.
Las subidas de tipos de interés motivadas casi, exclusivamente, para frenar el recalentamiento de la economía real y el alza en precios, han marcado un antes y un después. La subida de tipos en todas las curvas soberanas y corporativas ha sido extraordinaria, y las valoraciones en los activos se han resentido notablemente. Se han emitido aproximadamente un -14% menos en bonos corporativos en euros que en 2021, y el apetito inversor ha bajado significativamente ante la expectativa de que los tipos de interés sigan subiendo, y por tanto los precios bajando. El fin de la era de subidas puede marcar un ‘entry point’ interesante para muchos inversores, pero solo el desarrollo de la inflación podrá darnos pistas a ese respecto.
Nuestras expectativas
En el 2022, el 80% de la deuda soberana española la compró el BCE. Este año, España se enfrenta a una situación bien distinta, un banco central parará sus compras de deuda soberana, una deuda que para el Tesoro Público sube en montante en unos €70.000 millones.
La parte corta de la curva parece muy bien soportada por la comunidad inversora, sin embargo, el largo plazo es algo más frágil que en años anteriores, a tenor de los Bid-to-Cover algo más bajos que vamos viendo en las subastas. El Tesoro espera buena demanda a pesar de la retirada del BCE, no obstante, solo el tiempo dirá.
Se espera que el BCE recorte su balance a un ritmo de unos €15.000 al mes. El coste que se asumirá por la deuda será el más alto de los últimos nueve años. En este momento, aproximadamente un tercio de la deuda española está aún en manos del BCE y aproximadamente un 15% en manos de bancos. No olvidemos que el montante de la deuda soberana española es de aproximadamente un 140% sobre el PIB. Los bancos centrales seguirán previsiblemente subiendo los tipos, aunque de manera más moderada para luchar contra la inflación, que sigue arrojando datos relativamente altos tanto en su versión explicita como en su versión subyacente.
Puedes leer extractos de este artículo en el diario económico Expansión.