Históricamente, el elevado número de entidades financieras en Europa ha permitido a las empresas, independientemente de su tamaño, acceder fácilmente a la financiación bancaria. Las compañías españolas no han sido ajenas a este acceso, en términos competitivos, incluso con anterioridad a la crisis financiera iniciada en 2007, un reducido número de compañías no financieras españolas acudía a los mercados de bonos, ya que no era necesario, dado que había financiación bancaria sin limitaciones, y en muchos casos, en mejores condiciones que las existentes en el mercado de bonos para su rating implícito.
La situación cambia con el estallido de la crisis financiera en 2007 y su impacto en las entidades financieras. Por mencionar algunos aspectos, destacaríamos la concentración bancaria por el rescate de las cajas de ahorro, los mayores requerimientos de capital, tanto desde el punto de vista regulatorio, como de exigencia de ratios de capital por los mercados, así como el entorno de bajos tipos de interés.
En este sentido, se puede destacar que el panorama bancario ha cambiado drásticamente, ya que actualmente las 9 entidades de mayor tamaño son el resultado de la concentración de más de 60 bancos y cajas de ahorro. Además, no todas tienen presencia nacional, lo que limita aún más la financiación de las compañías.
Y este proceso no ha concluido. El BCE está promoviendo más fusiones para combatir el escenario de bajos tipos de interés y la sobrecapacidad existente. Es decir, permitiendo asumir los costes de reestructuración para la sobrecapacidad y la digitalización de la actividad bancaria; procesos que se han acelerado con la pandemia COVID-19 en la que estamos inmersos.
En este contexto, se puede afirmar que hoy las compañías experimentan una mayor dificultad para obtener financiación bancaria. Sin embargo, esta realidad no impacta a todas las empresas por igual.
Las grandes compañías han sustituido esa menor capacidad bancaria por la financiación en los mercados de renta fija, emisiones de bonos. Este proceso se inició en el periodo 2007-2010 y hoy se encuentra totalmente consolidado. De hecho, el estigma de no tener rating grado de inversión ya no existe en España y hay muchas compañías con emisiones de alto rendimiento (High Yield).
Tampoco podemos olvidar que son precisamente éstas grandes empresas las que también tienen acceso a entidades bancarias internacionales. Aunque, lamentablemente, el número de empresas grandes es limitado y la situación es muy distinta para la mayor parte del tejido empresarial doméstico, PYMES, que no tiene acceso a este mercado de bonos internacional.
¿Qué opciones de financiación tienen las PYMES españolas?
Principalmente, los fondos de deuda y el mercado doméstico de bonos, Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF), aunque en ambos también hay importes mínimos, lo que limita el tamaño de las compañías que pueden acceder.
El MARF es una plataforma de financiación a corto, medio y largo plazo, especialmente eficiente para medianas empresas. Mediante emisiones de pagarés y de bonos, este segmento de compañías accede de una manera ágil y barata al mercado de capitales.
La presencia de los fondos de deuda (Direct Lending) es cada vez mayor y se prevé que su penetración se vaya consolidando según se vaya incrementando el proceso de concentración bancaria. No obstante, el éxito de estas plataformas dependerá de la capacidad de las mismas para aumentar su competitividad, ya que a día de hoy, algunas de ellas ofrecen financiaciones caras por el coste de oportunidad de los inversores que respaldan las mismas. Es probable que el aumento de la competencia facilite una compresión de los costes de financiación de los fondos de deuda.
Por otro lado, el panorama para la pequeña empresa se presenta más complicado. Este tipo de compañías van a tener menor acceso a opciones bancarias y la imposibilidad de acceder a las plataformas de financiación alternativa o mercado de capitales doméstico, debido al tamaño de sus necesidades de financiación. Los fondos de deuda no tienen ni los recursos ni la capilaridad para proporcionar financiación a dichas empresas.
La esperanza de estas compañías pequeñas está en el desarrollo de plataformas digitales, que les den acceso a potenciales prestamistas privados en condiciones competitivas, una vez que hayan agotado las opciones de las distintas entidades bancarias en cada territorio. Y para ello, es de gran relevancia, el papel de las instituciones como las confederaciones de empresarios, cámaras de comercio, incluso el ICO y las instituciones similares regionales, o las sociedades autonómicas de garantía recíproca. Es fundamental la colaboración de todas ellas, para poder construir mecanismos que proporcionen simultáneamente fuentes de financiación a las empresas y cierta seguridad a los inversores. Afortunadamente, actualmente existe la tecnología para poder construir una alternativa eficiente y segura para financiar a la pequeña empresa más allá de los bancos.
En mi opinión, el gran reto al que tiene que enfrentarse la empresa española, es el poder conseguir fuentes de financiación adecuadas ante la disminución paulatina del acceso a la financiación bancaria.
¿Seremos capaces de conseguirlo? Espero que sí.
José María de Miguel - Managing Director. Investment Banking