En opinión del Banco de España, la economía nacional volverá a recuperar sus niveles previos al estallido de la pandemia en los próximos 18 meses, lo cual es una gran noticia, puesto que podemos ver la luz al final del túnel.
Sin embargo, no es menos cierto que la salida del túnel no se producirá del mismo modo que entramos en él, sino con una mochila mucho más pesada debido al mayor endeudamiento del sector empresarial.
Uno de los problemas de fondo de nuestra economía, es que nuestras empresas manifiestan un déficit estructural de capital y un acceso escaso a sus fuentes, a diferencia de lo que ocurre con nuestros competidores en otras geografías más cercanas. Por lo tanto, nos hace mucho más dependientes de lo que pueda ocurrir con las diferentes fuentes de financiación y, en particular, con los bancos.
La deuda del sector empresarial en España creció significativamente durante los últimos 12 meses. La menor actividad económica provocó que muchas empresas incurrieran en pérdidas y, en consecuencia, hayan necesitado acudir al crédito para seguir operando. En este sentido, los avales públicos fueron de gran importancia para permitir que el crédito siguiera fluyendo y las empresas pudieran mantener su actividad.
Por lo tanto, si todo sale como espera el Banco de España, en el año 2023 nuestras empresas volverán a recuperar sus niveles de actividad, aunque con un mayor nivel de endeudamiento. Las consecuencias derivadas de esta situación implicarán una menor disponibilidad de recursos para seguir invirtiendo, crecer o crear empleo (en definitiva, generar riqueza), puesto que deberán devolver aquello que pidieron prestado.
Y, como «a perro flaco, todo son pulgas», esta situación se verá agravada por el proceso de reestructuración bancaria en España. Los cuatro mayores bancos superan un 70% de cuota de mercado y todos ellos se encuentran en graves procesos de transformación que implican decenas de miles de despidos (vestidos de bajas voluntarias), lo que implica nuevos y elevadísimos costes para su cuenta de resultados.
Los bancos necesitan reducir sus carteras de crédito y hacerlas más rentables, lo que explicado con nuestro lenguaje diario significa que habrá menos crédito y más caro.
A nuestras empresas, la banca les ha incrementado (y seguirá haciéndolo) las comisiones y los tipos de interés, mientras al mismo tiempo les comunica que no les renovarán parte del crédito del que han dispuesto hasta la fecha.
En este escenario, no hay que ser muy avezado para darse cuenta de que, si el nivel de endeudamiento se ha incrementado, el crédito se ha vuelto más caro y la banca concede cada vez menos financiación, se deben buscar alternativas.
Afortunadamente existen numerosos inversores, distintos a la banca tradicional, con un mandato claro para financiar empresas en España. La elevada bancarización de nuestra economía no les había permitido acceder a nuestro tejido empresarial, pero la debilidad e incertidumbre del sector en estos momentos, les ha abierto las puertas.
El perfil de estos financiadores, en su mayor parte extranjeros, es sustancialmente diferente al de los bancos y ofrecen la posibilidad de financiarse a plazos más largos y sin un calendario de amortizaciones que resulte perjudicial para la compañía. Asimismo, en términos de coste, son también muy competitivos.
Estos financiadores se han convertido en una alternativa real, eficaz y necesaria para cubrir las necesidades de financiación de nuestro tejido productivo. Pero sin lugar a duda, la mejor noticia del actual proceso de desbancarización, es que ya no son sólo las grandes compañías las que pueden beneficiarse de las bondades de este tipo de financiadores, sino también aquellas empresas medianas con buenos modelos de negocio.
Sin embargo, debemos tener presente que las alternativas existentes en estos momentos a la financiación bancaria y que ofrecen unas condiciones sumamente ventajosas, irán adaptándose en el futuro a las condiciones de mercado. Por ello, debemos vigilar con mucha atención los repuntes inflacionistas, ya que podrían tener consecuencias en el corto y medio plazo.
Si estos repuntes pasan de ser meramente coyunturales a convertirse en estructurales, se verán afectados todos los mercados financieros. La incertidumbre a largo plazo que genera la inflación podría provocar que la oferta de productos de financiación no sólo se encareciera, sino que limitase el acceso a los plazos más largos.
Desde mi punto de vista, no creo que los tipos de interés vayan a subir en el medio plazo (tendría consecuencias desastrosas). Sin embargo, considero altamente probable el aumento de los diferenciales de crédito como consecuencia de las incertidumbres existentes.
Por todo lo anterior, y si tuviera que enfrentarme a la decisión de refinanciar o no el endeudamiento de mi empresa, sin duda aplicaría la regla de «anticipa lo difícil gestionando lo sencillo».
Es el momento de aprovechar la actual situación de mercado y garantizarse unas condiciones de financiación excelentes para los próximos años.
Artículo publicado en El Español
Vicente Rodríguez
Senior Director. Corporate Finance