Vivimos tiempos en los que el valor en Bolsa de Laboratorios Rovi y Logista amenazan, respectivamente, las capitalizaciones bursátiles de Banco Sabadell y Bankia. De hecho, si sumamos el valor del cuarto y el quinto banco del país (con cientos de miles de millones de euros en activos, millones de clientes y piezas clave de nuestro sistema financiero), el resultado es sólo ligeramente superior al valor bursátil de Inmobiliaria Colonial.
El hecho de que la cotización de dos de nuestros principales bancos sea la que acabamos de describir pone de manifiesto (muy lamentablemente) la falta de expectativas en la generación de valor de estas entidades. Y si esta percepción se mantiene, inexorablemente, se cumpliría la máxima que reza: "lo que cada día vale menos, acaba valiendo nada".
La primera pregunta que nos asalta es si esta situación puede considerarse un error del mercado. Sin embargo, lo que nos demuestra la experiencia es que el mercado en pocas ocasiones se equivoca y muy a menudo nos sirve como indicador avanzado de lo que ha de venir.
Debemos recordar que el negocio tradicional de los bancos es servir de canalizador de los ahorros de otros agentes económicos hacia la economía real (el dinero no es suyo, sino que los bancos actúan como intermediarios). Pues bien, a pesar de estar "enganchados al dinero gratis" del Banco Central Europeo y cobrar intereses a los depositantes, son incapaces de generar valor.
Si nos detenemos a analizar este hecho, observamos que la materia prima del banco es el dinero y actualmente para las entidades financieras, gracias al Banco Central Europeo, tiene coste cero. ¿Se imaginan ustedes que las grandes cadenas de distribución recibieran gratis los productos que venden y no fuesen capaces de generar valor? Pues éste es el desastre en el que estamos inmersos.
Y, sí, digo desastre porque es un drama para todos nosotros y, en particular, para nuestras empresas. Cuando las empresas no son rentables terminan por desaparecer y si un banco desaparece, otro surtidor de dinero hacia la economía real se cierra. El proceso de consolidación bancaria continuará y lo hará rápidamente. Cada vez tendremos menos entidades a las que pedir dinero a crédito y ello desembocará en mayores restricciones de crédito.
Hemos asistido atónitos a la última publicación de resultados de las entidades financieras y, a excepción de BBVA (que ha aprovechado la situación para 'limpiar' su negocio en Estados Unidos), todas las demás han presentado beneficios. ¿Resulta creíble que ante la mayor crisis que hemos vivido en los últimos años, nuestros bancos presenten beneficios? La respuesta la tenemos en los mercados.
El sector mantiene una estructura de costes muy alejada del valor que genera. Este hecho, unido a la incertidumbre sobre el riesgo real de sus carteras de crédito, convierte a algunas entidades en auténticos problemas.
El programa de avales del ICO ha sido una magnífica herramienta que ha ayudado tanto a las empresas como a las entidades financieras, permitiéndoles en muchos casos, sustituir un riesgo de crédito de una empresa privada por riesgo del Reino de España, mejorando su consumo de capital, que buena falta les hace.
Pero estas operaciones serán en muchos casos 'pan para hoy y hambre para mañana', ya que estas financiaciones deberán comenzar a ser devueltas a partir de los próximos 12 meses por unas compañías que generarán un menor EBITDA que deberá repagar un mayor volumen de deuda.
Si lo traducimos al lenguaje bancario: (i) sus clientes estarán más apalancados; (ii) consecuentemente, el riesgo de la cartera de créditos de la entidad se habrá deteriorado; (iii) ello obligará a la dotación de mayores provisiones; (iv) redundando en un deterioro de la solvencia y capacidad de generar beneficios; (v) lo que termina afectando a la concesión de nuevas operaciones y a que el crédito fluya hacia la economía.
¿Y qué se puede hacer para solucionar este círculo vicioso? Pues bien, para poder actuar con acierto, como todo en la vida, lo más importante es ser realista. Y la verdad es que nuestra economía adolece de un importante déficit de capital en sus empresas y tampoco ha diversificado suficientemente sus fuentes de financiación, todavía sumamente dependientes de los bancos.
En definitiva, nos hacen falta bancos mejor capitalizados que busquen un modelo de negocio que les permita generar valor (financiación de circulante, comercio internacional …) y empresas más capitalizadas con fuentes de financiación diversificadas, al igual que ocurre en otros países europeos.
Es urgente desarrollar el acceso a nuevas fuentes de capital (incluso el Estado de forma transitoria puede ser una gran oportunidad) y a inversores institucionales que aseguren la financiación a largo plazo, rompiendo el oligopolio bancario.
Nuestro futuro nos lo jugamos con las decisiones que tomamos hoy.
*** Vicente Rodríguez es socio y director de Financiación Estructurada de Beka Finance