Tras la subida de 25 pbs de ayer de la Fed y 50 pbs de hoy en el BCE, situando los tipos en el 4.75% y 3% respectivamente, parece que podemos asegurar que nos encontramos en la secuencia de mayor endurecimiento de las políticas monetarias desde los años 80. Y aunque lo relevante para todos es el incremento en los costes de financiación, debemos estar atentos al posible empeoramiento en la liquidez de mercado.
Seguir el rastro de lo que es o no el buen comportamiento del mercado de financiación y ver como el dinero fluye de manera correcta entre Bancos Centrales, entidades financieras y demandantes, no es tan fácil como lo era antes. La magnitud, la complejidad estructural del mercado, la regulación y la sensibilidad (fáciles conceptos como todo lo que sube tiene que bajar, no funcionan), hacen cada vez más difícil esta tarea.
En EE. UU., tras el baño de facilidades otorgadas para luchar contra la pandemia a nivel gubernamental y monetario, hemos observado sumas ingentes de dinero “miedoso” aparcadas en fondos del mercado monetario (que están incrementándose en la medida que la Fed rebaja el Balance a razón de 95 bn usd/por mes).
Dichos vehículos conceptualmente en el ámbito norteamericano funcionan como cuentas corrientes que devengan intereses, pero son proporcionadas por entidades no bancarias. Los fondos monetarios son capaces de acceder a las facilidades de repo de Bancos y de la Fed (remuneradas al 4.30% hasta el miércoles) e invertir en activos seguros como deuda a corto plazo del tesoro (las letras a 3 meses se situaban en el 4.64%). Como consecuencia de ello, no es de extrañar que esta semana viéramos máximos en el intercambio de liquidez en el rabioso intradía en la Fed. La cifra se situaba en 120 bn de usd, que es el máximo nivel desde el 2016 cuando comenzó a publicarse el dato. Y esto ha llevado a muchos a levantar la mano diciendo que existe un problema de transmisión del dinero y vaticinar que la reducción de balance de la Fed puede acabar antes de tiempo (mitad del 2023/inicios del 2024). Pero puede que no estemos tan mal, así lo muestran índices como el de Goldman Sachs de condiciones financieras en USA (en la media de los últimos 22 años) y los manuales de la Fed. Los papers de la Reserva Federal explican la situación actual por cuatro causas, que la mejora en la actividad económica podría dar solución:
- El exceso de ahorro en productos alternativos a la banca tradicional.
- La reducción de oferta de letras del Tesoro.
- La incapacidad de los Bancos para aumentar mucho más su balance (regulación/actividad), aunque reciban liquidez.
- Que las entidades financieras no son capaces de ganar márgenes muy superiores a la remuneración de los tipos a corto.
En la Eurozona, el exceso de liquidez es evidente al mirar los depósitos de los gobiernos del viejo continente y los depósitos de los Bancos Centrales extranjeros. Hemos pasado de excesos de 800bn de euros en 2012 a 4.1trn a finales del 2022. Pero no debemos olvidar que el 2023 será un año donde los Gobiernos afrontan gastos contra la subida de precios, emitirán de manera neta alrededor de 400 bn en deuda (sobrepasando niveles del 2010) y dependiendo de a qué tipos se remunere la liquidez pueden aparecer problemas de transmisión.
Desde la Gran Crisis Financiera, todos tenemos en la retina eventos de menor calado que la pandemia, donde estar bien respaldado en fuentes de financiación fue fundamental y donde no habían surgido alarmas previas significativas. La crisis de la deuda periférica para Europa o lo sucedido en 2019 en USA, son claro ejemplo.
Desde Beka Finance, consideramos que la Titulización es una buena alternativa para las empresas que busquen reducir su dependencia a la financiación bancaria y buscar fuentes alternativas. El MARF y la titulización de las carteras o derechos de crédito son fuentes que han de potenciarse en este 2023. Y como todo en la vida, no es algo que se pueda echar a andar de hoy para mañana, cuando surge la imperiosa necesidad, es algo en lo que se debe trabajar o engrasar desde mucho antes.