Hace ya muchos años, a finales del pasado siglo, recuerdo que el jefe de una famosa tesorería nos tachaba (cariñosamente) de “siempre-alcistas” a aquellos que habíamos empezado nuestra carrera en mercados en los noventa.
Aparte de que tuviéramos una experiencia limitada, era cierto que nos habíamos acostumbrado a vivir en el mejor de los mundos, con eventos como la entrada en Europa y su positivo efecto en la valoración de todos los activos ligados a España, el crecimiento de los países emergentes y el avance de la tecnología como catalizador de crecimiento o la globalización de la inversión - lo que nos conducía, diariamente, a alcanzar nuevos máximos -.
La percepción de riesgo estaba limitada y la frase de "esta vez es diferente" se veía acompañada de numerosas excusas como: la liquidez y su búsqueda de nuevas inversiones, la democratización de los mercados a través de fondos, la mayor utilización de productos derivados que favorecían la liquidez y limitaban los riesgos o, en esos momentos, la globalización.
Nuestra convivencia con mercados bajistas se limitaba a situaciones puntuales como la quiebra de "Long Term Capital", o la crisis del sudeste asiático. En los años posteriores, sí descubrimos las burbujas y lo que suponía un cambio de tendencia. La crisis tecnológica en el 2000 y, sobre todo, la gran crisis financiera del 2008, con enormes consecuencias para la economía global, nos cargaron de prudencia. Aprendimos una importante lección: la cautela y el consecuente análisis de diferentes escenarios, especialmente de los escenarios de riesgo, es clave a la hora de afrontar cualquier inversión. La otra lección aprendida es que los mercados, en ocasiones, tanto al alza como a la baja, extreman situaciones y si entendemos que nos encontramos en entornos extremos, debemos actuar con muchísima prudencia.
En estos momentos hay muchas razones que apoyan el optimismo. En primer lugar, hay crecimiento y los últimos datos económicos confirman una tendencia positiva en el mismo. La aparición de las vacunas ha limitado los riesgos que conllevaba la falta de visibilidad respecto al control de la pandemia. Los bancos centrales siguen apoyando, incluso incrementando, las compras en los próximos meses, y confían hacer una transición relativamente tranquila, como hemos podido ver estas últimas semanas tras las declaraciones de Powell o de Lagarde. En ese sentido el caso base es sin duda positivo.
Sin embargo, no debemos obviar determinadas situaciones vividas en estas últimas semanas que deberían llevarnos a actuar con cuidado. Un ejemplo claro de distorsión en mercado es ver como GameStop, compañía de la que ya hemos hablado en anteriores columnas, haya vuelto a alcanzar nuevos máximos, sufriendo también en un momento puntual, un descenso del 30%. Es cierto que siempre ocurren y pueden ocurrir situaciones especiales solo ligadas a liquidez, sin tener por ello que influir en el conjunto, pero que a esto se unan concentraciones de liquidez en determinados activos, como se está produciendo ahora, debería llevarnos a analizar de nuevo cuales son los fundamentales en los que se basan y si sus valoraciones se pueden explicar.
De nuevo reitero la importancia del análisis del riesgo como clave fundamental en la inversión.
Muchas valoraciones están soportadas por los bancos centrales y el mercado confía en su capacidad para seguir haciéndolo. El crecimiento apoya el mantener el riesgo, pero, como conclusión, no olvidemos que la liquidez influye en las valoraciones tanto al alza como a la baja y, normalmente, cuando las distorsiones son evidentes, debemos optar por la prudencia.
No tratemos de minimizar los potenciales riesgos por estar en una tendencia positiva, no olvidemos que estamos en un entorno en el que la liquidez y la falta de alternativas puede conllevar valoraciones muy elevadas y, tampoco olvidemos que el objetivo actual de los bancos centrales es el crecimiento para ayudar a las economías a salir de la crisis, manteniendo para ellos tipos de interés, en muchos casos, negativos. El objetivo de su posición en mercado no es el mismo que el del inversor.
Publicado en El Confidencial por Ángel Blanco - Senior Partner Beka Finance.