Hay algunas decisiones en la vida que parecen fundamentales, pues podrían marcar el resto de nuestra trayectoria por este mundo, por lo que meditarlas pausadamente es la mejor opción para no equivocarse o arrepentirse. Una de ellas, sin duda, es la elección de una carrera universitaria, pues con 18 años muchas personas no parecen tener las ideas suficientemente claras como para poder decidir qué camino deben escoger, y quizá por ello la presión es mayor: nos arrojamos a un mundo nuevo y desconocido del que no sabemos nada.
La mentalidad española nos obliga a elegir a tan temprana edad cuál será nuestro camino, y nos sigue pareciendo raro que un licenciado o graduado en determinada carrera se especialice en algo completamente diferente a aquello que estudió, pero no es así en todo el mundo. El ejemplo de Estados Unidos es el más típico: en sus 'colleges' los estudiantes suelen seleccionar varias asignaturas diferentes y algunas de ellas como 'especialidad' (en la que se graduarán). Eso significa que, aunque estudies matemáticas, podrás formarte acudiendo a clases de literatura o historia. Asignaturas, a priori, completamente diferentes.
Hace varios meses, El Confidencial adelantó que un grupo de inversores —liderados por Carlos Tejera, presidente de la gestora de capital riesgo Gala Capital, y el abogado Miguel Riaño— adquirieron Schiller International University, comprometiéndose con la compra a convertir la universidad en un centro académico de referencia para el alumnado internacional a través de una oferta exclusiva y altamente competitiva.
Uno de los grandes factores diferenciales que ofrece Schiller International University a sus estudiantes es la doble titulación americana y europea, gracias a la cual pueden acceder al mercado profesional global sin ninguna restricción, además, no se rige por los tradicionales semestres académicos, sino que los alumnos pueden matricularse en cualquier momento del año. Esto se debe a que Schiller utiliza un sistema “semestral modificado” en su enfoque pedagógico donde, en vez de tener un horario con varias asignaturas a la vez a lo largo de un periodo académico de 16 semanas como suele ocurrir en el sistema tradicional norteamericano, los estudiantes cursan una única asignatura cada mes (cuatro semanas).
Cada vez se da más valor a un profesional con un portfolio de formación amplio y un reciclaje continuo, ya sea con un certificado online o un máster en una universidad de prestigio
Marta Muñiz Ferrer, Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Pontificia Comillas, es en la actualidad CEO de Schiller International University. En abril de este año se incorporó la universidad como Vicepresidenta y Directora General. Ella nos responde acerca de los retos a los que se enfrenta Schiller en particular y las universidades españolas en general, en un mundo globalizado y golpeado por la pandemia de coronavirus.
Cuando se le pregunta sin en España sufrimos de ese mal conocido como 'titulitis', señala: "Creo que en España hacemos referencia con este concepto a la experiencia de transformación que lleva el obtener un título universitario. Recibir un título es enfrentarse a una serie de pruebas y de interacciones que sin dudarlo transforman al estudiante y le proveen de unas capacidades que se valoran mucho en el mercado profesional. La tendencia a nivel mundial está cambiando en torno a lo que consideramos un título y el valor que tiene. Cada vez se da más valor a un profesional con un portfolio de formación amplio y un reciclaje continuo en las últimas tendencias, ya sea un certificado online o un máster en una universidad de prestigio. El tema hoy en día está en la velocidad con la que uno es capaz de ampliar su formación en línea con las necesidades del mercado, y eso no siempre es posible a través de los canales tradicionales, ni por duración ni por precio".
Pregunta. ¿Cuáles son las ventajas de la educación universitaria americana frente a la española?
Respuesta. La educación universitaria americana, a diferencia de la española y de la mayoría de sistemas educativos, se basa en un sistema de enseñanza mucho más abierto y flexible, en el que el estudiante cobra más protagonismo a la hora de definir el camino hacia la obtención de su título, ya que se le permite escoger entre un amplio y variado abanico de asignaturas y materias dentro de una misma titulación y decidir, a medida que avanza en sus estudios, si quiere especializarse o ampliar sus conocimientos. Esto favorece que cada estudiante se especialice de una manera individualizada en el ámbito profesional que más le interesa. Otra diferencia reside en el establecimiento de una base holística de conocimiento: el currículo de 'General Education', que sirve para nivelar a todos los estudiantes.
Una característica del sistema educativo en EEUU es la gran conexión con el mundo profesional, que se traduce en unas metodologías de enseñanza eminentemente prácticas
En su primer año y medio, el estudiante aprende unas materias básicas que le permiten adaptarse al entorno de estudio universitario de manera progresiva y, a la vez, aseguran una base sólida de conocimientos a través de asignaturas transversales como pueden ser Ciencias, Matemáticas, Sociología, Historia, idiomas, etc, que abren el camino a distintas titulaciones pudiendo decidir más adelante su rama de especialización. En Schiller, por ejemplo, muchos estudiantes deciden realizar una especialización o una doble titulación cuando ya tienen una base competencial sólida, en tercer o cuarto curso. Finalmente, una característica del sistema educativo en EEUU es la gran conexión con el mundo profesional, que se traduce en unas metodologías de enseñanza eminentemente prácticas, basadas en proyectos, retos y trabajos más holísticos, en vez de únicamente en exámenes de conocimiento, y en unos sistemas de evaluación muy distintos a los europeos, que consisten en la evaluación continua enfocada a la adquisición de competencias. En definitiva, todo lo anterior aplicado al estudiante se traduce en un mayor nivel de madurez y de información a la hora de tomar una decisión tan importante como la titulación universitaria y la especialización que va a cursar, una mayor diferenciación curricular en base a las materias que ha elegido y una mejor adquisición de competencias profesionales.
P. ¿Por qué crees que en España tenemos esa idea arraigada de que con 18 años ya tienes que saber qué quieres estudiar cuando en Estados Unidos existe más flexibilidad al respecto?
R. La respuesta a esta pregunta reside en la diferencia en los sistemas educativos. En España, de hecho, antes de los 18 años tienes que saber qué quieres hacer. Ya en bachillerato debes elegir un itinerario de Ciencias, Humanidades y Ciencias Sociales o Artes, condicionando tus futuros estudios universitarios y, en consecuencia, el tipo de trabajo que puedes tener en base a una elección hecha a los 16 años.
Schiller ofrece una conexión real con el mundo profesional, proporcionando acceso directo, y esto es un elemento absolutamente diferenciador
Es una decisión muy dura, una a la cual varios estudios atribuyen en parte el alto índice de fracaso escolar y el bajo índice de graduados en España en comparación con otros países donde los estudios son más abiertos en cuanto a la elección de áreas de conocimiento, no solo Estados Unidos. En el sistema educativo de EEUU todos los grados (de 4 años) tienen unas asignaturas obligatorias básicas que se cursan durante el primer año y medio, en el que aún el estudiante no ha elegido su carrera (o 'Major') necesariamente. Mientras tanto, tiene la opción de cursar una serie de optativas donde puede ir “probando” asignaturas de distintas carreras para ver cuál le gusta más. Y es al final de su segundo año cuando eligen su 'Major', con 20 años y habiendo probado todas las áreas que le podían interesar. En los últimos 2 años es cuando se adentra en el temario específico/técnico. Así la decisión se hace con mucha más madurez, conocimiento y seguridad en las capacidades de uno mismo.
P. ¿Cómo se puede combinar lo mejor de ambos mundos: educación americana y europea?
R. La oportunidad que brinda Schiller de obtener un título norteamericano y europeo de manera simultánea es única ya que incorpora lo mejor de los dos sistemas educativos. Asegura que el aprendizaje del estudiante sea óptimo, dotándolo de una base sólida y rigurosa de conocimientos y de competencias fundamentales, a la vez que ofrece una conexión real con el mundo profesional, proporcionando acceso directo, y esto es un elemento absolutamente diferenciador, tanto al mercado profesional europeo como al norteamericano.
P. ¿Cómo se adapta una universidad internacional como Schiller a una realidad en la que no se puede viajar? ¿Van a tener que renunciar los estudiantes españoles a una educación internacional por esta situación?
R. No, a pesar de la situación que estamos viviendo los estudiantes no tienen por qué renunciar a una educación internacional de calidad. Nuestros grandes aliados son la tecnología y la profesionalidad de nuestros docentes. En marzo, Schiller fue una de las primeras universidades en adaptarse a la nueva situación poniendo a disposición de los alumnos de nuestros cuatro campus en Florida, Madrid, París y Heidelberg un formato de enseñanza virtual sin perder calidad educativa y que, además, les permite seguir disfrutando de la experiencia universitaria. Esto no hubiera sido posible sin las inversiones tecnológicas realizadas y la capacitación de nuestros docentes. Pero lo cierto es que contábamos con ventaja, ya que disponíamos, por un lado, de formatos de enseñanza online acreditados en EEUU y, por otro, de experiencia en HyFlex, una tecnología que permite tener al mismo tiempo en el aula alumnos presenciales y conectados en remoto, garantizando una interacción y un network internacional estén donde estén.
La rigidez de la regulación en el sistema universitario, el culto a la tradición y la permanencia de modelos de gobierno arcaicos no facilitan la innovación y la adaptación al cambio
Esta metodología forma parte de nuestro modelo académico, en tanto en cuanto nos permite ofrecer la flexibilidad que requieren los perfiles internacionales, desarrollar competencias profesionales clave en un mundo digitalizado como el actual y garantizar la experiencia multicampus. Podemos decir que nos habíamos adelantado a nuestro tiempo y ahora el reto no ha sido tan relevante para nosotros. Nuestros alumnos han seguido asistiendo a clase desde sus casas o desde nuestros campus adaptados con todas las medidas anti-covid, y seguirán disfrutando de la experiencia internacional tanto de manera virtual como presencial cuando lo deseen y las circunstancias lo permitan. Esta combinación de acciones permite a los estudiantes españoles no renunciar a una formación internacional, sobre todo en grado, donde una situación puntual de unos meses no puede marcar cuatro años de formación y determinar las posibilidades de una carrera profesional y personal global.
P. ¿Qué dirías a los estudiantes para prepararles para el mundo post-covid ante el reto de una economía marcada por la incertidumbre?
R. Llevamos ya dos décadas diciéndoles a nuestros estudiantes que la principal capacidad que tienen que desarrollar es la de adaptación al cambio. El desarrollo de las nuevas tecnologías, la denominada cuarta revolución industrial, nos ha enfrentado a una aceleración del ritmo del cambio nunca vista en la que la incertidumbre es ya una constante. Esta pandemia ha evidenciado esto más aún, aportando un componente de vulnerabilidad al que no estamos acostumbrados las generaciones actuales en los países occidentales. Y, además, constata hasta qué punto vivimos en un mundo globalizado donde el “efecto mariposa” puede afectar a la totalidad de la población.
Hay que entender que el aprendizaje no se circunscribe al aula, sino que toda vivencia es una oportunidad de aprender
Les diría que la vida es así, llena de incertidumbres, pero que cada problema es una oportunidad de aprendizaje y que tienen que prepararse, invertir en su formación y en sus experiencias vitales para adquirir los conocimientos y las competencias que les permitan diseñar su camino y cumplir sus sueños. Hoy esto pasa necesariamente por romper barreras que vienen impuestas de modelos anteriores, muchos ya caducos. Hay que romper la barrera entre las ciencias y las letras, y adquirir capacidades analíticas y de comunicación; hay que aprender a incorporar la tecnología como un aliado, no como un fin en sí mismo; hay que entender que el aprendizaje no se circunscribe al aula, sino que toda vivencia es una oportunidad de aprender; hay que dejar de luchar entre lo local y lo global, somos ciudadanos del mundo y somos responsables de su sostenibilidad. Sin duda les diría que fomenten un espíritu crítico y que vean en la diversidad una oportunidad de aprendizaje y una fuente de innovación. Esto es lo que promovemos en Schiller.
P. ¿Qué debe hacer un profesor universitario para conseguir motivar a sus alumnos?
R. La respuesta es clara: hacerles dueños de su aprendizaje. Es fundamental que el estudiante tome un papel activo en la elección de las metodologías que más se adaptan a sus necesidades, y que sea consciente de lo que está aprendiendo mediante la aplicación práctica y la resolución de problemas. Para conseguir motivar a sus alumnos, el profesor debe actuar como un guía, un acompañante en el proceso de aprendizaje del alumno, proporcionándole las herramientas que permitan adaptar su ritmo de aprendizaje, y ayudándole a descubrir y desarrollar sus propias fortalezas.
P. ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan las universidades en el contexto actual?
R. El gran reto de la Universidad es su adaptación al mundo actual. Por desgracia, la rigidez de la regulación en el sistema universitario, el culto a la tradición y la permanencia de modelos de gobierno arcaicos no facilitan la innovación y la adaptación al cambio. Como en todos los sectores, el educativo está viviendo un proceso de evolución marcado por la digitalización. Los contenidos digitales y las posibilidades de conectividad a distancia han generado nuevos formatos y nuevas opciones enriqueciendo el abanico de posibilidades educativas, pero también en la experiencia del estudiante: desde la búsqueda de información hasta la matriculación, planificación académica y acceso a servicios universitarios. En general, las universidades están todavía en sus inicios de transformación digital y, sin embargo, los estudiantes reclaman la misma conectividad, accesibilidad y experiencia de usuario que reciben en otros servicios. En este sentido, la situación que estamos viviendo con el covid ha supuesto un revulsivo para el sector y se han llevado a cabo inversiones que hubiéramos tardado años en ver. El reto, además de la tecnología, es la capacitación de los docentes.
P. ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan las universidades en el contexto actual?
R. El gran reto de la Universidad es su adaptación al mundo actual. Por desgracia, la rigidez de la regulación en el sistema universitario, el culto a la tradición y la permanencia de modelos de gobierno arcaicos no facilitan la innovación y la adaptación al cambio. Como en todos los sectores, el educativo está viviendo un proceso de evolución marcado por la digitalización. Los contenidos digitales y las posibilidades de conectividad a distancia han generado nuevos formatos y nuevas opciones enriqueciendo el abanico de posibilidades educativas, pero también en la experiencia del estudiante: desde la búsqueda de información hasta la matriculación, planificación académica y acceso a servicios universitarios. En general, las universidades están todavía en sus inicios de transformación digital y, sin embargo, los estudiantes reclaman la misma conectividad, accesibilidad y experiencia de usuario que reciben en otros servicios. En este sentido, la situación que estamos viviendo con el covid ha supuesto un revulsivo para el sector y se han llevado a cabo inversiones que hubiéramos tardado años en ver. El reto, además de la tecnología, es la capacitación de los docentes.
Las metodologías educativas deben adaptarse a estas nuevas herramientas, pero nos brindan magníficas oportunidades de aprendizaje para los estudiantes. Por otra parte, el acceso al conocimiento se ha democratizado. Las universidades ya no somos las dueñas de un conocimiento que solo puede transmitirse en el aula. Es más, los avances tecnológicos hacen que gran parte del contenido que se imparte quede obsoleto en poco tiempo. Las necesidades de nuestros estudiantes han cambiado. Debemos pasar de ser transmisores de conocimiento a acompañantes en el proceso de aprendizaje del alumno, no solo de conocimiento sino también de las competencias que les permitan seguir creciendo personal y profesionalmente y que hoy son las que están demandando las organizaciones: espíritu crítico, creatividad, liderazgo, capacidades de adaptación, de resolución de problemas, de toma de decisiones, etc. Para ello, es necesario romper las barreras entre disciplinas de conocimiento que se organizaron artificialmente en silos o facultades. Hoy las organizaciones se enfrentan a retos que requieren un conocimiento holístico de los problemas integrando conocimientos técnicos multidisciplinares, capacidad analítica, inteligencia emocional y capacidad de comunicación.
Debemos pasar de ser transmisores de conocimiento a acompañantes en el proceso de aprendizaje del alumno
Estamos viendo cada vez más como los profesionales vuelven a la universidad en búsqueda de programas de postgrado que les actualicen en sus conocimientos técnicos, pero, sobre todo, les permitan cubrir los 'gaps' competenciales para seguir progresando profesionalmente. Las universidades han dejado de ser el lugar donde cursar un grado que habilita una profesión, para convertirse en centros de aprendizaje continuo a lo largo de la vida profesional del individuo. Es nuestra responsabilidad como universidades garantizar que nuestros estudiantes adquieran los fundamentos para aprender a aprender de forma multidisciplinar. Por último, las universidades no pueden olvidar que además de su misión educativa, cumplen con otro fin social: la transferencia de conocimiento fruto de la investigación académica. Ese es el fin de la investigación científica.
Sin embargo, existen disciplinas en las que ese conocimiento se queda encapsulado en el entorno académico y solo sirve para puntuar en rankings por volumen de artículos publicados y no por su relevancia para la industria a la que va destinada o por el impacto real en la sociedad. El resultado es que, allá donde no llegue la universidad, aparecerán otros agentes que den respuesta a las necesidades de la sociedad. Así, proliferan escuelas de negocio, consultoras y start ups de nuevos formatos digitales e, incluso, grandes empresas que ofrecen productos educativos para acelerar la formación en áreas no cubiertas por las universidades. Sin embargo, en todo lo anterior no deberíamos ver amenazas sino oportunidades. Nadie tiene mayor capacidad de avanzar en el desarrollo del conocimiento y las metodologías de aprendizaje. Eso sí, es necesario adaptarse: aliarse con la tecnología, romper los silos del conocimiento, modernizar los sistemas de gobierno, flexibilizar los modelos académicos y construir puentes con la realidad profesional.
El resultado es que, allá donde no llegue la universidad, aparecerán otros agentes que den respuesta a las necesidades de la sociedad
P. ¿Cuál es tu consejo para los estudiantes y graduados españoles en esta situación de restricción de la movilidad y de paralización económica?
R. Mi consejo ante esta situación es que no hay que considerar este tiempo como un año perdido, sino aprovecharlo para diferenciarnos a la vuelta a la normalidad. La educación siempre ha sido la palanca para crecer, y también lo es en estos tiempos de incertidumbre. Estar preparado y ser flexible es la clave para conseguirlo en cualquier entorno, por difícil que sea. En Schiller, la flexibilidad y la adaptación a las necesidades del estudiante es lo que nos ha diferenciado siempre. Ofrecemos a nuestros estudiantes la posibilidad de comenzar los estudios en cualquier mes del año y hacerlo de manera presencial u online, con la tranquilidad de que cuando lo deseen o necesiten podrán cambiar de modalidad o de campus sin que esto afecte al progreso y la calidad de sus estudios. Hoy más que nunca, esta flexibilidad es de vital importancia para estudiantes que, debido a la situación actual, no han querido o podido iniciar su curso en septiembre, teniendo una oportunidad de hacer de este año su gran punto de inflexión hacia una carrera global.
P. ¿Qué buscan hoy los alumnos en los estudios universitarios?, ¿y las empresas que contratan a estos alumnos?
R. Creo que los estudiantes universitarios, dependiendo de su edad y momento vital, buscan cosas distintas en los estudios universitarios. Los que acceden por primera vez a un grado a una edad de joven adulto son atraídos normalmente por áreas de estudios afines a sus intereses y se fijan mucho en la experiencia como estudiante universitario que les ofrece una universidad u otra, su vida universitaria, opciones de estudiar en otros países, tipo de empresas en las que van a poder hacer sus prácticas, y ese tipo de cuestiones. El estudiante que accede a un máster o a programas de certificación, suele buscar la adquisición de nuevas competencias que requiere el mercado laboral o la posibilidad de acceder a puestos de mayor relevancia en sus carreras profesionales.
Tener que marcar tu camino futuro con 16 años está relacionado con el alto índice de fracaso escolar y el bajo índice de graduados en España en comparación con otros países
En el caso de las empresas, como he comentado anteriormente, cada vez más buscan perfiles multidisciplinares que sean capaces de adaptarse a los cambios y de resolver problemas, que aúnen capacidades analíticas, creatividad, habilidades comunicativas y de trabajo en equipo. Hoy las empresas entienden que la capacitación técnica ha de ser actualizada a lo largo de toda la vida profesional y que es necesario contar con una base competencial adecuada que les permita seguir adquiriendo los conocimientos necesarios para el éxito del negocio.
Publicado por El Confidencial.