Miguel Arias Cañete, Excomisario Europeo de Energía y Acción por el Clima y Presidente de Honor del Comité de Inversión del Beka & Bolschare Iberian Agribusines Fund, colabora con Acacia Inversión, SGIIC, en su sección “Porque no sabemos de todo”, con un artículo sobre la inversión en el sector agrario, donde aborda temas como:
Cambio climático y crecimiento demográfico
Dos grandes retos a los que «la humanidad se enfrenta en la actualidad» y donde «el sector agrario juega un papel fundamental», como apunta Miguel Arias Cañete.
Para llevar a cabo el propósito de hacer frente a estos desafíos a través de este sector, por un lado, Arias Cañete esgrime que hay que «reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, singularmente metano y óxido nitroso, y alcanzar, en el caso de la Unión Europea, la neutralidad climática en 2035». En concreto, los ámbitos donde alcanzar esta neutralidad residen en «el uso de la tierra, la silvicultura y la agricultura, incluidas las emisiones agrícolas distintas del CO2 como las derivadas del uso de fertilizantes y la ganadería». Adscrito a este punto, la UE «debe alcanzar un objetivo global de absorción de carbono por los sumideros naturales, equivalente a 310 millones de toneladas de CO2 anuales, para el año 2030».
Por otro lado, el reto demográfico requiere «incrementar la producción de alimentos, en un marco de agricultura sostenible», por lo que «la seguridad alimentaria pasará a un primer plano». En este punto, Arias Cañete declara que al sector agrario «se le va a exigir que responda a las demandas del crecimiento demográfico produciendo más, con más calidad, de forma más sostenible, buscando combatir el cambio climático y protegiendo la biodiversidad».
Bajo este paraguas, apunta que «la inversión en el sector primario y el sector agroindustrial» requerirán de «inversiones cuantiosas».
La principal razón por la que invertir en este sector, queda fundamentada por el Excomisario Europeo de Energía y Acción por el Clima y Presidente de Honor del Comité de Inversión del Beka & Bolschare Iberian Agribusines Fund, FCR, en que «demostró su gran resiliencia en todas las crisis y ciclos económicos».
Ejemplos ilustrativos en los que enumera la solidez del sector alimentario, respecto a otros, son: la crisis de la COVID-19, «donde el suministro de material sanitario se vio afectado», o el contexto actual del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, «donde las cadenas de valor estratégicas, como la energética, se resintieron».
Sector agrario, sinónimo de oportunidades de inversión
Este ámbito ofrece una gran flexibilidad en las modalidades de inversión, además de su resiliencia demostrada ante diversas crisis y ciclos económicos.
En este sentido, Arias Cañete explica como «la fórmula de las SOCIMIS», en la geografía extranjera, «ha dinamizado la inversión en el sector inmobiliario desde el año 2010, contribuyendo a dinamizar dicho sector y a captar importantes volúmenes de inversión extranjera».
Una dinámica muy distinta a la del caso español, que según Arias Cañete «la legislación limita el objeto social de las SOCIMIS a la tenencia de activos de naturaleza urbana para su arrendamiento (mediante adquisición o promoción)», y no limita en «su objeto social la posibilidad de adquirir bienes inmuebles de naturaleza rústica».
Por esta razón, en España las inversiones cuantiosas destinadas a la modernización del sector agrario, «encuentran un instrumento idóneo en los fondos de capital riesgo, que están comenzando a detectar las grandes oportunidades que ofrece este sector». Un instrumento financiero que dibuja sus primeros pasos en la geografía española, pero que es «muy común en otros países (especialmente, en EE. UU.)», señala Arias Cañete, en un contexto en el que los productos sostenibles, alineados con los criterios ESG acordes con los procesos del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles de la UE (SFDR), cobran cada más relevancia debido a la demanda de los inversores.
Por ello, los fondos de capital riesgo, dentro del sector agrario, ofrecen «una gran flexibilidad en la forma de materializar sus inversiones», apunta Arias Cañete, «pudiendo optar por la compraventa de fincas rústicas o por fórmulas de arrendamiento a largo plazo», y sus inversiones pueden «distribuirse entre diversos tipos de plantaciones y cultivos y distintas zonas geográficas», lo cual contribuye a la «disminución de riesgos y a generar flujos de caja estables y recurrentes a lo largo de los años y altos retornos potenciales para los inversores, además de los beneficios que la potencial revalorización de los activos pueda suponer».
Otra cuestión que potencia esta ventaja es que, el sector agrario en España, -teniendo en cuenta la Política Agraria Común-, «cuenta con un potente régimen de aseguramiento gestionado por AGROSEGURO, por cuenta de las aseguradoras que forman parte del pool» o el atractivo complementario potencial de «la captura de carbono en suelos agrícolas como modelo complementario de negocio».
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