Los inversores nos encontramos otra vez ante una situación de expectativas macro y de mercado que no invita a la inversión y que nos hace dudar sobre absolutamente todo. Hemos pasado de una visión macroeconómica y de mercado en el ejercicio 2021, donde todo se veía con optimismo y con la vista puesta en la recuperación post-COVID-19, a un contexto con multitud de incertidumbres que nos hacen dudar sobre la evolución económica y de mercado como la inflación, los precios de la energía disparados, las subidas de tipos de interés, la guerra en Ucrania o los nuevos confinamientos en China.
Pues bien, aunque parezca difícil de creer, es en estos momentos cuando realmente se pone a prueba a un inversor a largo plazo, cuando debemos mantener nuestras convicciones y nuestras estrategias de inversión enfocadas en ese objetivo.
Hace unos meses, con bolsas en máximos y con los múltiplos de valoración de determinadas compañías mucho más elevados, reinaba el optimismo entre los inversores y pocos dudaban sobre su estrategia de inversión o sobre si debían continuar invertidos. Sin embargo, en muy poco tiempo, empezaron a asaltarnos las dudas sobre si vender y salir corriendo del mercado. En los últimos meses hemos mantenido multitud de conversaciones con nuestros clientes sobre este tema y, en efecto, es difícil encontrar argumentos para seguir invertidos y, más aún, incrementar nuestra inversión, cuando el mero hecho de revisar el valor de nuestra cartera nos puede provocar dolor de estómago.
Y es, justo ahora, cuando compañías que siguen siendo rentables y que acumulan caídas bursátiles importantísimas, se encuentran a precios más atractivos y con múltiplos mucho más reducidos. Sin embargo, es en este mismo momento cuando muchos inversores huyen despavoridos de la renta variable, dejándose llevar por las emociones y por el ruido mediático.
En un contexto como el actual es cuando debemos incrementar nuestra inversión o al menos mantenerla, siempre y cuando tengamos una visión de largo plazo, ya que a lo largo de la historia se ha demostrado que momentos de caídas suelen ser buenos oportunidades de entrada en el mercado. Dicho lo anterior, nadie sabe hasta cuándo puede caer el mercado, por lo que la premisa básica con la que debemos contar al invertir, ya sea en momentos de incertidumbre como en momentos de optimismo, es que debemos utilizar el ahorro que no necesitemos en el corto plazo y que podamos mantener invertido durante varios años.
Como podemos ver en el siguiente gráfico elaborado por JP Morgan, a pesar de que en el mercado es habitual encontrar importantes caídas intra anuales (-14% de media) y tampoco son extrañas las caídas de entre el 20% y el 30%, los retornos anuales desde el año 1980 han sido positivos en 32 de un total de 42 años.
En momentos de incertidumbre o pánico tendemos a pensar que la situación es catastrófica, que nunca ha sucedido nada igual, que las economías no van a aguantar y que las empresas quebrarán, pero, ante ello, debemos mantener la calma, ya que son pensamientos recurrentes en este tipo de situaciones y lo normal es que no sea esta vez cuando se acabe el mundo.
Como inversores a largo plazo debemos mantener nuestro plan de inversión y recordar cuál era el objetivo con el que lo implementamos, comprobando los rendimientos a largo plazo de la renta variable y no sucumbiendo ante las turbulencias, ya que, históricamente, a largo plazo los retornos han sido muy satisfactorios para los inversores disciplinados.
Las turbulencias en el mercado pueden persistir, no sabemos cuánto durarán, pero, ya sea en un período más o menos prolongado, el mercado se recuperará siempre que el mundo no se acabe. Y si esto último sucede, si el mundo se acaba, lo que pase con nuestra cartera no nos va a importar demasiado.
Tribuna de opinión para Funds Society.
Fernando Cifuentes
Director. Open-end Funds. Beka Asset Management