En estos momentos, donde todos los contribuyentes tienen que rendir cuentas con el fisco respecto al ejercicio 2021, nos parece interesante destacar la ventaja que supone para un inversor particular la inversión a través de los fondos de inversión.
Es importante tener en cuenta, de cara al futuro, los beneficios que aportan la inversión en este tipo de instrumentos financieros frente a instrumentos financieros de forma directa. Es decir, los beneficios de invertir ya sean en acciones o en bonos, a través de un fondo de inversión, en lugar de hacerlo directamente.
Ante todo, es importante recordar que, las ganancias patrimoniales como consecuencia de la venta de acciones, bonos, fondos de inversión, etc., tributan en el IRPF dentro de la base imponible de las rentas del ahorro, de acuerdo con la siguiente escala:
Si compramos acciones o bonos de forma directa o si lo gestionamos a través de un fondo de inversión, en el momento de la venta tributarán de la misma forma, pero ¿exactamente cuál es el beneficio de la fiscalidad de los fondos de inversión?
El beneficio radica en dos elementos claves:
- Por un lado, el fondo de inversión que mantengamos en cartera puede vender los activos que posee -de los que nosotros somos titulares de forma indirecta-, generando importantes plusvalías, pero prácticamente sin tributar (las ganancias de los fondos de inversión tributan al 1%).
Así pues, de manera indirecta estamos generando importantes plusvalías sin prácticamente tributar por ellas y reinvirtiéndolas de forma casi íntegra en otros nuevos valores. Esto funcionará de este modo, siempre y cuando, no vendamos nuestra posición en el fondo de inversión, beneficiándonos así de la capitalización compuesta, cambiando el subyacente en el que estamos invertidos sobre prácticamente el total de las plusvalías que obtengamos.
- Por otro lado, entre los fondos de inversión existe la figura del traspaso de fondos. De tal manera que podemos traspasar nuestra posición en un fondo, en el que tengamos importantes plusvalías, a otro fondo sin pagar por las plusvalías generadas.
Es decir, que si en un momento dado consideramos que el fondo de inversión que poseemos ya no es el más interesante para nosotros, podemos traspasar nuestra posición a cualquier otro fondo de inversión sin pagar impuestos y seguir viéndonos beneficiados por la capitalización compuesta sobre el total del valor de nuestra inversión, sin que se vea mermada por el pago de impuestos.
Ya sea manteniéndonos en el fondo que tenemos en cartera o traspasando la posición de dicho fondo a cualquier otro, continuamos beneficiándonos de la capitalización compuesta sobre las ganancias obtenidas, dilatando el pago de impuestos.
A continuación, expondremos un ejemplo (tabla descargable adjunta*) para ver de forma sencilla la diferencia entre invertir 100.000 euros de forma directa (por ejemplo, en acciones), a hacerlo a través de un fondo de inversión, con las mismas rentabilidades anuales (supongamos un 10%) y para un período de 25 años, con un tipo del 21%, y suponiendo que al final del período, en todas las opciones, hemos pagado los impuestos por las ganancias generadas. En el primer caso, sería la compra directa de acciones, cambiando nuestra cartera una o dos veces al año; y el segundo escenario sería un fondo de inversión, en el que mantendremos la inversión sin pagar impuestos durante ese período:
Considerando esa rentabilidad anual del 10%, en el primer caso al cambiar nuestra cartera anualmente y tributar por las ganancias anualmente, al cabo de 25 años hubiésemos obtenido la cantidad nada desdeñable de 669.169 euros y, en el caso de vender la cartera cada 2 años pagando impuestos por las plusvalías, la cantidad final sería de 693.950 euros.
Por otro lado, en el caso de mantener la inversión en un fondo de inversión con la misma rentabilidad (10%), la cantidad final sería de 1.083.471 euros, que si le aplicamos la misma tasa del 21% se nos quedaría un importe de 876.942 euros después de impuestos. Gracias al diferimiento del pago de impuestos, nuestro importe final es sustancialmente mayor, una vez pagados los impuestos y habiendo invertido a través de un fondo y no de forma directa (876.942 vs 669.169/693.950).
Si el mismo ejercicio lo hacemos con un período de 30 años el efecto se amplifica a 1.399.503 vs 978.686/999.815.
Podemos concluir a través de este ejemplo, las claras ventajas fiscales en el largo plazo de los fondos de inversión, que además se benefician del concepto de capitalización compuesta.
Fernando Cifuentes
Director. Open-end Funds. Beka Asset Management