Uno de los múltiples efectos colaterales que nos ha dejado esta pandemia es el retorno de la inflación. Tras encadenar varios años con inflaciones muy contenidas a nivel global, arrancamos el nuevo año con un importante repunte de la inflación y con el temor de convertirse en un elemento estructural, y no en un problema temporal.
Varios factores han contribuido a este repunte de la inflación que estamos viviendo:
- El impulso de la demanda.
- Cierres en centros de producción en Asia.
- Cuellos de botella en las cadenas de suministros.
- Subida de materias primas.
- Escasez de recursos productivos.
- Políticas monetarias expansivas más agresivas.
- Ayudas directas a trabajadores.
Es complicado aventurarse a predecir si estas cifras de inflación, superiores a las deseadas por el sistema, nos van a acompañar durante un tiempo, o si estamos ante un repunte puntual, que se podrá solucionar en el corto plazo. Sea lo que fuere, es mejor centrarse en aquellas acciones que podemos controlar, y una de ellas es, cómo invertimos nuestro dinero para protegernos de la erosión constante que produce la inflación en nuestros ahorros.
Para algunos inversores, la inflación no ha sido un problema durante estos años y han podido convivir con niveles de liquidez elevados (cuentas corrientes, depósitos, productos de renta fija a corto plazo) sin perder poder adquisitivo de forma significativa. Sin embargo, el inversor conservador se enfrenta ahora al problema de la inflación en sus ahorros -sin recibir por ello un rendimiento acorde en términos reales, que le permita, al menos, mantener su nivel adquisitivo intacto- y, por lo tanto, tiene que plantearse en este 2022 modificar su plan de inversión para mejorar sus rentabilidades en términos reales.
Como suele pasar en el mundo del deporte “la mejor defensa es un buen ataque” y una de las mejores formas de protegerse del efecto erosivo de la inflación, en el largo plazo, es la inversión en activos reales y en renta variable.
Activos reales, históricamente buenos protectores
Los activos reales, como el oro, las materias primas o el mercado inmobiliario, han sido históricamente buenos protectores de la inflación.
Anteriormente comentábamos la importancia de centrarse en aquellos factores que podemos controlar, a la hora de gestionar nuestros ahorros.
Y la inversión en materias primas o materiales preciosos como el oro también nos hacen dependientes de factores externos no controlables, que pueden ir en nuestra contra y no protegernos de forma eficaz frente a la inflación. El comportamiento del oro en 2021 es un buen ejemplo de ello.
Por otro lado, uno de los inconvenientes de la inversión directa en inmobiliario es el elevado importe de las transacciones, la falta de liquidez y los elevados costes de transacción.
Renta variable, elemento protector que genera rentabilidades positivas
Por las razones expuestas anteriormente, nos gustaría centrarnos en la inversión en renta variable como elemento protector de la inflación y del que además podemos esperar rentabilidades positivas, en términos reales, en el medio plazo.
Cuando invertimos en renta variable, realmente estamos invirtiendo en compañías y en negocios que forman parte de nuestro día a día de formas muy diferentes, aunque, al fin y al cabo, son negocios que también tienen que lidiar con el crecimiento y la inflación para cuadrar sus cuentas.
En un escenario de mayor presión inflacionaria, las compañías líderes, con modelos de negocio sólidos y en crecimiento, y que además cuentan con estructuras de balance sólidas, son, sin ninguna duda, las mejores preparadas para afrontar este tipo de situaciones. A este grupo de compañías que cumplen con los requisitos que hemos enumerado se les suele conocer como “compañías de calidad”.
En un escenario de mayor inflación, las compañías líderes y de calidad son capaces de, por un lado, gestionar correctamente su aumento de costes de producción y, por otro lado, subir precios a los consumidores para compensar ese efecto negativo del aumento de costes. Además, la mayoría de este tipo de compañías es capaz de aumentar precios por encima de la media y obtener un beneficio en su cuenta de resultados, al conseguir un diferencial positivo entre aumento de ingresos y menor aumento de gastos.
Por el contrario, aquellas compañías que cuentan con peores márgenes operativos y sin ventajas competitivas en sus productos o servicios, pueden no ser capaces de traspasar sus aumentos de costes en subidas de precios, que resultan en un diferencial negativo en sus cuentas de resultados.
Por todo ello, una forma prudente y eficaz de protegerse frente a escenarios de mayor inflación es estar invertidos en renta variable de forma diversificada, en una cartera de compañías líderes y de calidad, dado que será capaz de adaptarse mejor a este escenario, además de poder conseguir un diferencial extraordinario gracias a sus ventajas competitivas.
En Beka Asset Management SGIIC contamos con el fondo Beka International Select Equities FI, fondo de renta variable que centra su estrategia de inversión en compañías líderes y de calidad, capaces de capitalizar de manera recurrente su valor en el largo plazo.
Javier Espelosín, CFA
Equity Analyst at Beka Asset Management.