Colocar al usuario en el centro de la estructura de servicios y productos proporcionándole el control de sus datos, es el entorno que promueve una de las tendencias de mayor peso en la banca digital: Open Banking o banca abierta.
Un modelo de negocio que ha revolucionado la banca digital , aunque aún continúa generando muchas dudas entre los usuarios, desde que esta tecnología se impusiese en el sector financiero.
En concreto, el Open Banking tiene como objetivo la optimización de la banca digital para personalizar el asesoramiento, los servicios y productos, además de dotar al usuario de un mayor control sobre su información. Es decir, con la banca abierta el usuario tiene la potestad absoluta de decidir si quiere compartir sus datos o no.
Con permiso del usuario, solo las entidades financieras serán las únicas responsables de salvaguardar esta información para poder proveerle de asesoramiento, servicios o productos financieros personalizados, rápidos, seguros y eficientes, fomentando así tanto la inclusión como la innovación dentro del sector bancario.
Esta tecnología se caracteriza por ser tan segura como la banca online e, incluso más que los pagos con tarjetas de crédito o débito, debido a que:
- Nadie puede acceder ni a los datos ni a las contraseñas bancarias del usuario.
- El usuario controla quién ve su información bancaria y el nivel de acceso de su cuenta.
- Las empresas no pueden recibir ningún pago sin la autorización del usuario o realizar cualquier otro tipo de acción que no sea permitida previamente por este.
Beneficios clave del Open Banking
Entre las ventajas que proporciona el Open Banking a sus usuarios destaca la simplificación del acceso a los distintos servicios financieros.
Por ejemplo, en lugar de tener acceso a todas las cuentas bancarias por separado y acceder a ellas a través de distintas plataformas o páginas web, la banca abierta permite hacerlo desde un único canal e, igualmente, evita largos procesos de registro, mejorando la experiencia del consumidor.
Otro de los beneficios recae en la posibilidad de realizar pagos de forma rápida, fácil y segura respecto a hacer un pago de manera convencional. Con Open Banking no es necesario registrar de forma pormenorizada los datos de la tarjeta o iniciar sesión en una cuenta bancaria.
Una vez se adquiera el producto en el carro de la compra, el usuario tan solo tendría que seleccionar el nombre de la entidad bancaria del listado y verificar de forma segura su pago con su huella digital o identificación facial de manera instantánea.
Por último, en cuanto a los beneficios que proporcionan a las empresas, este modelo facilita la contabilidad en tiempo real, un fácil acceso al capital, realizar transacciones en línea con tarificaciones bajas, alta conversión y disminución del riesgo fraudulento, además de acelerar los procesos de incorporación de los clientes gracias a una automatización segura.
¿Cómo funciona?
Para que esta alternativa funcione, los bancos deben ofrecer el acceso a los datos de los clientes (ya sea para recopilar información transaccional o realizar pagos) a otras entidades por medio de Interfaces de programación de aplicaciones* (APIs, por sus siglas en inglés).
De esta forma, las entidades pueden crear y ofrecer nuevos productos y servicios que aumenten la participación y la transformación de la experiencia del cliente.
No obstante, el Open Banking no funciona igual en todos los países, puesto que, generalmente, implica que los bancos o instituciones financieras abran sus datos financieros a proveedores externos a través de APIs abiertas y el alcance y el formato de esos datos varían y dependen de regulaciones específicas y normas de implementación de un país en particular.
Open Banking en Europa y marco regulatorio PSD2
Cada vez es más frecuente que gran parte de los gobiernos comiencen a implementar la tecnología Open Banking o iniciativas de financiación abierta, sin embargo, algunos llevan mucha más ventaja que otros en materia de regulaciones, estándares o implementación.
En lo que respecta a Europa, la regulación revisada sobre los servicios de pagos electrónicos es conocida como la Payment Service Directive 2 o Directiva de Servicios de Pago (PSD2, por sus siglas en inglés).
En 2007, se originó la primera normativa (PSD) con el objetivo de contribuir al desarrollo de un mercado único de pagos en la Unión Europea que facilitase y mejorase la seguridad del uso de sistemas de pagos a través de internet y móviles, además de reforzar su seguridad y promover la innovación.
Seis años más tarde, en 2013, se propuso una revisión de esta directiva (la actual PSD2) para que profundizará en estos objetivos: reforzar la protección de los consumidores, impulsar la transparencia, fomentar la innovación y competencia en el mercado.
El beneficio que aporta este marco regulatorio no solo recae en el desarrollo del mercado de pagos electrónicos, también en los consumidores, proporcionándole mayor transparencia e información, facultad de anulación de cualquier operación sin previo aviso, rectificación de operaciones no autorizadas, limitación de responsabilidad si es víctima de actividades fraudulentas y reducción del fraude.
*Protocolo de comunicación entre dos aplicaciones que posibilita que un tercero pueda conectarse a un proveedor para consumir una serie de datos de forma sencilla y rápida e, igualmente, le permite tener acceso a procedimientos y funcionalidades.