En 2022, el concepto de política monetaria ha inundado los titulares de informes financieros y titulares en prensa.
A la hora de capear la inflación que nos acompaña, los bancos centrales de diferentes geografías han agendado distintas reuniones con el fin de cambiar el rumbo de sus políticas monetarias y, de este modo, ajustar la oferta de dinero en la economía y los tipos de interés para tratar de conseguir la estabilización de los precios.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) -banco central de Estados Unidos y uno de los actores más relevantes en la economía a nivel global- fue el primero en tomar la batuta y cumplir con el guion estipulado a la hora de modificar este tipo de política, después de su primera subida de tipos de interés desde el 2018 (25pbs), allá por el mes de marzo.
Dos meses después, cumplió con el vaticinio de una nueva subida de medio punto porcentual. Un incremento que no se llevaba a cabo desde mayo del año 2000, en el que Alan Greenspan fuese su presidente (1987-2006).
A penas un mes más tarde, un nuevo hito de subidas ha llenado de nuevo los titulares en prensa. La Fed ha elevado los tipos en 75 pbs, el mayor aumento desde 1994, con el propósito de doblegar la inflación.
Mientras Jerome Powell -actual presidente- marca el rumbo de la política monetaria de EE. UU. -habrá nueva reunión en junio-, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha estipulado nuevas medidas para la zona euro en la reunión de emergencia tras dispararse las primas de riesgo periféricas, sobre todo las italianas. Una noticia posterior al anuncio del incremento de un cuarto de punto (0,25%) en los tipos para la reunión del 21 de julio del BCE, siendo esta la primera alza en 11 años.
En presencia de este escenario económico, en el Beka Learning de hoy queremos profundizar en el concepto de política monetaria para facilitar información más detallada, además de abordar la importancia que tiene asimismo la política fiscal.
Un vinculo que se acentúa en tiempos de crisis
Ambos instrumentos son especialmente relevantes para mantener la salud de la economía de un país, en cambio, cada uno es distinto del otro, pese a trabajar de la mano.
Por un lado, la política monetaria abarca un conjunto de decisiones tomadas por las autoridades monetarias -bancos centrales- orientadas a intervenir en el coste y la cantidad del dinero que se encuentra disponible en la economía.
Como hemos señalado anteriormente, en la eurozona la toma de acciones se ejecuta bajo el mandato del Banco Central Europeo, autoridad que decide los tipos de interés oficiales.
La variación de estos repercutirá en el coste de financiación. Por esta razón, la toma de acciones de política monetaria restrictiva suelen ser consideradas cuando es necesario poner en marcha un control sobre la inflación, siendo el objetivo del BCE tener una inflación en el 2% a medio plazo en la eurozona*.
Empero, este encarecimiento también lleva el desincentivo del consumo e, incluso, la ralentización del crecimiento del empleo y el consiguiente aumento del paro, aunque, en la otra cara de la moneda, un aumento de los tipos de interés fomenta el ahorro de los consumidores. Igualmente, sus efectos también son extrapolables a los mercados financieros, cuyo impacto repercutirá en el precio de los activos.
Por otro lado, la política fiscal está vinculada a las decisiones económicas que toman los Gobiernos, esto es, a donde va dirigido el dinero recaudado de los impuestos o de otras fuentes de financiación a la hora de prestar servicios públicos, apoyar la economía o reducir las desigualdades de cualquier índole.
Su vínculo con la política monetaria reside en preservar el equilibrio económico. Por ejemplo, si finalmente el BCE aplicase la subida de 25 pbs, este sería un objetivo aplicable para los 19 países de la Zona Euro, no obstante, cada país pondría en marcha sus propias políticas fiscales, que deben respetar el pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea. Un acuerdo entre los 27 Estados miembro de la Unión Europea que tiene como meta facilitar y mantener la estabilidad de la Unión Económica y Monetaria e imponer restricciones a la política fiscal de los diferentes estados.