El peso de la inflación descontrolada ha conllevado que, en los mercados bursátiles, sumidos en una atmosfera caótica durante el primer semestre del 2022, y parte del segundo, salten a la palestra varios conceptos económicos que pueden generar ciertas interrogantes.
Ante el contexto de una inflación elevada -la más alta en 40 años-, los Bancos Centrales han puesto en marcha políticas monetarias restrictivas que contribuyan a mantener las expectativas de la inflación bajo control -un 2% en el medio plazo-, sin embargo, su impacto de forma indirecta puede ocasionar una recesión económica y, si la economía descarrila, una situación de estanflación.
Desde Beka Finance Learning hemos elaborado el inicio de una primera guía donde profundizamos en algunos de los términos más relevantes.
Tipos de interés: préstamos y Bancos Centrales
Desde hace unos meses, este concepto ha ocupado gran parte de los titulares y es un gran conocido por todos, ya que, cuando solicitamos un préstamo personal o un préstamo hipotecario, este está siempre presente.
Representados con el valor de tanto por ciento, los tipos de interés -fijos o variables- son los encargados de marcar el precio de cualquier transacción financiera -precio del dinero-.
Esta tasa influirá en el precio que el deudor debe pagar como contraprestación por utilizar esa cantidad de dinero que un prestamista o una entidad bancaria nos proporciona durante un periodo determinado para adquirir un producto.
Por ejemplo, si solicitamos un préstamo personal de 10.000 euros y debemos devolverlo en un periodo pactado (5 años), el tipo de interés marcará cuánto dinero costará el préstamo. Para un tipo de interés del 10%, se tendrá que devolver 1.000 euros más la cantidad prestada.
Igualmente, los bancos centrales de todo el mundo, responsables de velar por la estabilidad económica y financiera de sus respectivas geografías, emplean los tipos de interés con la finalidad de estabilizar los precios a través de políticas monetarias expansivas o restrictivas.
Si aplican políticas monetarias expansivas (tono dovish), el objetivo radica en la estimulación de la inversión y el crecimiento económico tras aumentar la cantidad de dinero en el sistema o bajar los tipos de interés. En concreto, esta política se dio durante la pandemia de la COVID-19.
No obstante, si establecen políticas monetarias restrictivas (tono hawkish), la finalidad se centra en estabilizar la inflación al reducir la cantidad de dinero y/o incrementar los tipos de interés.
En la actualidad, las autoridades monetarias han estipulado políticas monetarias con un tono hawkish. Esta decisión por parte de los Bancos Centrales de todo el mundo tiene como meta mantener las expectativas de la inflación bajo control, además de que la coyuntura económica no desencadene en una inflación elevada y que provoque una espiral de precios y salarios -solicitud de subidas salariales por parte de los trabajadores y un aumento de los precios de los productos y servicio por parte de las empresas-.
Es importante tener en cuenta que, bajo el escenario geopolítico actual, que ha provocado que la inflación se descontrole (conflicto bélico Rusia y Ucrania), no solventará por ejemplo la crisis de las materias primas o de la cadena de suministros, también arrastradas por la pandemia de la COVID-19. En cambio, ¿cómo afecta a los contribuyentes?
Pues bien, en términos generales, como desventaja, la subida de tipos por parte de los organismos reguladores encarece los préstamos (hipotecarios o personales) y, como ventaja, hace que los depósitos sean más rentables.
Respecto a la primera situación, en Europa, hemos partido de una década de tipos de interés en terreno negativo, pero ahora con el incremento realizado por parte del Banco Central Europeo (BCE), en teoría, la ciudadanía que tenga una hipoteca a tipo variable, experimentará subidas vinculadas al Euríbor -tipos de interés o precio que se aplica a las operaciones entre entidades bancarias de Europa (mercado interbancario euro)- en las próximas revisiones. Aquellos que tengan en cuenta una hipoteca a tipo fijo, pueden estar tranquilos, dado que su cuota continuará siendo la misma.
Por ejemplo, las futuras subidas de tipos a una hipoteca media de alrededor de 250.000 euros a 20 años, con tipos de interés variable, puede ocasionar una subida de entorno a 100 euros en la cuota mensual.
En el supuesto de solicitar un préstamo hipotecario a a partir de ahora, habrá que tener en cuenta qué modalidad es más adecuada según la tolerancia al riesgo, por ejemplo.
En cuanto a los productos de ahorro, como son los depósitos, Letras del Tesoro o Bonos y Obligaciones de Estado, su rentabilidad se verá beneficiada en el medio o largo plazo tras una época en la que los ahorradores apenas obtenían rendimientos con estos instrumentos.
Con este nuevo escenario, los bancos comienzan a remunerar el ahorro, aunque por debajo de la inflación, con intereses para depósitos a plazo fijo de entorno a un máximo del 2% TAE (sin tener en cuenta condiciones y plazos).
Recesión: síntoma de debilidad económica
La explicación más breve sobre este concepto, sería la disminución de la actividad económica durante un lapso concreto de tiempo, aunque, según los expertos, igualmente se produce cuando el producto interior bruto (PIB) -valor de los bienes y servicios de un país- cae durante un semestre.
Otras instituciones consideran también que puede implicar la disminución de factores como el salario, el empleo, las ventas minoristas o la producción industrial durante más de dos trimestres consecutivos.
Generalmente, la causa principal de este acontecimiento se produce cuando se ha dado una fase de recuperación en un ciclo económico -expansión económica- o porque hay una menor liquidez por parte de los consumidores.
Esta finaliza cuando la economía vuelve a retomar su crecimiento, sin embargo, en el transcurso de este tiempo, en el que la economía deja de crecer, se originan una cadena de consecuencias como son: la disminución de los ahorros, la dificultad para mantener las estructuras corporativas, el decrecimiento del consumo o el aumento del paro.
En ocasiones, una recesión puede derivar en una depresión económica, subsiguiente a una crisis. Términos que hay que discernir adecuadamente, dado que, si bien son similares, entrañan diferencias.
Por un lado, las crisis económicas se dan durante un tiempo más prolongado y ocasionan que la moneda se devalúe o la inflación sea muy elevada, y esta no pueda atajarse tan fácilmente como la recesión, a través de herramientas de políticas monetarias. Por su parte, una depresión económica sucede por boom o burbujas económicas.
Estanflación: un escenario a evitar
En nuestro Beka Finance Learning, «¿Qué es la inflación?», recalcábamos que la inflación per se no era negativa, sino la hiperinflación -aumento descontrolado de los precios-. Por esta razón, los tipos de interés negativos que imperaban en Europa durante 11 años se han tornado en positivo con las políticas restrictivas existentes, que han encarecido el dinero en gran parte del mundo.
La contención de la inflación desbocada puede conllevar a futuras recesiones/crisis, que para evitarlas o mitigarlas, es crucial el aumento de la productividad. Si la actividad económica descarrila y los precios continúan castigando a la compra, podría tener lugar una crisis de deuda estanflacionaria como la que se vivió en los años 70, con la crisis del petróleo.
La estanflación es un escenario económico en el que la economía se estanca y en el que persiste la hiperinflación. Si la economía está en una recesión, los precios siguen incrementándose, hay un aumento de desempleo y, por ende, un poder adquisitivo menor por parte de la población a la hora de consumir. Una caída de la demanda que, concretamente, aparece por el aumento de precios.
Su complejidad radica en cómo solventar este suceso, puesto que la aplicación de políticas monetarias con tonos dovish o hawkish implicará más inflación o adolecer la crisis.