Filantropía. Un concepto sumamente escuchado, pero que cuenta con miles de años de antigüedad. Etimológicamente, esta palabra proviene del griego, φίλος (filos es amigo o amante) y άνθρωπος (ánthropos es hombre ser humano), y significa «amor a la humanidad».
En concreto, la filantropía busca hacer frente a las causas de un problema, con la finalidad de generar modelos innovadores que aporten respuestas distintas.
Aplicado a la banca privada, el asesoramiento filantrópico va dirigido a aquellas personas -family offices y donantes- que deseen emplear parte de su patrimonio en actividades que aporten un valor a la sociedad. Desinteresadamente, estos agentes lideran un proceso estructurado de generación de recursos, como herramienta de transformación que busca la solución a ese problema social.
Por ello, el cometido del asesoramiento filantrópico se fundamenta en ofrecer a los proyectos entornos adecuados -organizaciones sin ánimo de lucro- que cumplan las aspiraciones, necesidades e intereses patrimoniales de estos agentes, gracias a su especialización y profesionalización.
Generalmente, desde el ámbito financiero se discierne entre tres tipos de filántropos: el emocional, el generacional y el estratégico.
El primero, el emocional, busca este tipo de vínculo con el proyecto; mientras que el segundo, el generacional, explora cómo preservar el legado y la coherencia entre el proyecto filantrópico y el empresarial; y, por último, el estratégico, que se enfoca en la eficiencia del proyecto.
Finalmente, las herramientas enfocadas en donaciones, que coordinan la filantropía con el legado patrimonial, recaen en la donación de fondos con becas, premios o financiación de proyectos.
En materia de desarrollo profesional y personal, además de la búsqueda de soluciones, coexisten la formación orientada a diversos colectivos y la investigación y, por último, también incluidos en este apartado, el voluntariado y/o el asesoramiento y la orientación empresarial legal para poner en marcha distintas iniciativas.
Filantropía, impacto social y ESG
Esta herramienta aporta beneficios a varios actores como son los inversores, las empresas, a la economía en general y, por último y no menos relevante, a la sociedad, no obstante, es necesario discernir entre la inversión scialmente responsable (ISR) -también conocida como inversión de impacto- y ESG, del concepto de filantropía.
Por un lado, la inversión de impacto fue acuñada en 2007, previamente a la creación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU -aprobada el 25 de septiembre del 2015- y la propuesta de la taxonomía del Plan de Acción sobre Finanzas Sostenibles de la Unión Europea -aprobado en 2018, a raíz del Acuerdo de París sobre el cambio climático del 2016-.
Fundamentalmente, el término “impact investing” surgió del consenso de un grupo de profesionales de la inversión y filantropía, reunidos gracias a la Fundación Rockefller, que querían trasladar la inversión a proyectos sociales. Desde entonces, la inversión de impacto no ha parado de crecer exponencialmente en los últimos años.
En este tipo de inversión prima tanto la rentabilidad de las inversiones como el impacto que tiene en la sociedad. Principalmente, las decisiones financieras que se toman se centran en apoyar problemáticas ambientales y/o sociales.
Por otro lado, la ESG (Environmental, Social & Governance) consiste en principios de referencia de la inversión socialmente responsable (ISR) que marcan una serie de objetivos medioambientales, sociales y de gobernanza, los cuales se emplean en las inversiones o bien para fijar valores personales, o bien para diversificar y robustecer la cartera.
Filantropía aplicada a la banca privada
Hoy en día, conceptualmente, la conciencia filantrópica en el universo financiero -banca privada- es bastante latente en EE. UU. y Suiza, seguidos de otros países de América o de Europa, incluyendo España.
Si bien, el asesoramiento filantrópico llegó a este escenario hace escasos años, lo cierto es que en países como Estados Unidos o Suiza ha llegado a profesionalizarse e, incluso, se ha convertido en un servicio más que prestan las bancas privadas.
Pese a que a España aún le queda camino en el ámbito financiero, el cambio sí está activo. Anteriormente, el sentimiento tradicional de caridad estaba muy unido a este nicho, sin embargo, ha evolucionado hacia un cambio de mentalidad, donde el compromiso cobra presencia, transformando el concepto hacia filantropía del siglo XXI.